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miércoles, 17 de marzo de 2010

El Arte de Amar de Erich From, Resumen

El Arte de Amar, Resumen del libro de Erich Fromm

El Arte de Amar

-RESUMEN DEL LIBRO-

Erich Fromm

En muchos individuos que nos pueden aliviar de otras maneras el estado separación, la búsqueda del orgasmo asume un carácter que o asemeja bastante al alcoholismo o la aflicción a las drogas. Se convierte en un desesperado intento de escapar a la angustia que engendra la separatividad y provoca una sensación cada vez mayor de separación, puesto que el acto sexual sin amor nunca elimina el abismo que existe entre dos seres humanos, excepto en forma momentánea.

En contraste con la unión simbiótica, el amor maduro significa unión a condición de presentar la propia integridad, la propia individualidad. El amor es un poder activo en el hombre; un poder que atraviesa las barreras que separan al hombre de sus semejantes y lo une a los demás; el amor lo capacita para superar su sentimiento de aislamiento y separatividad. En el amor se da la paradoja de dos seres que se convierten en uno y, no obstante, siguen siendo dos.





El amor es la preocupación activa por la vida y el crecimiento de lo que amamos. Cuando falta tal preocupación activa, no hay amor. La esencia del amor es "trabajar" por algo y "hacer crecer" El amor y el trabajo son inseparables. Se ama aquello por lo que se trabaja, y se trabaja por lo que se ama.


El cuidado y la preocupación implican otro aspecto del amor: el de la responsabilidad. Hoy en día suele usarse ese término para denotar un deber, algo impuesto desde el exterior. Pero la responsabilidad, en su verdadero sentido, es un acto enteramente voluntario, constituye mi respuesta a las necesidades, expresadas o no, de otro ser humano. Ser "responsable" significa estar listo y dispuesto a "responder". Jonás no se sentía responsable ante los habitantes de Nínive. El, como Caín, podía preguntar: ¿Soy yo el guardián de mi hermano?. La persona que ama responde, La vida de su hermano no es solo asunto de su hermano, sino propio. Siéntese tan responsable por sus semejantes como por si mismo. Tal responsabilidad, en el caso de la madre y su hijo, atañe principalmente al cuidado de las necesidades físicas. En el amor entre adultos, a las necesidades síquicas de la otra persona.


La responsabilidad podría degenerar fácilmente en dominación y posesividad, si no fuera por un tercer componente del amor, el respeto. Respeto no significa temor y sumisa reverencia; denota, de acuerdo con la raíz de la palabra (respicere = mirar), la capacidad de ver a una persona tal cual es, tener conciencia de su individualidad única. Respetar significa preocuparse por que la otra persona crezca y se desarrolle tal como es. De ese modo, el respeto implica la ausencia de explotación. Quiero que la persona amada crezca y se desarrolle por si misma, en la forma que les es propia, y no para servirme. Si amo a la otra persona, me siento uno con ella, pero con ella tal cual es, no como yo necesito que sea, como un objeto para mi uso. Es obvio que el respeto sólo es posible si yo he alcanzado independencia; si puedo caminar sin muletas, sin tener que dominar o explotar a nadie. El respeto sólo existe sobre la base de la libertad: "l´amour est l’enfant de la liberté", dice una vieja canción francesa; el amor es hijo de la libertad, nunca de la dominación.


Respetar a una persona sin conocerla, no es posible; el cuidado y la responsabilidad serían ciegos si no los guiara el conocimiento. Hay muchos niveles de conocimiento; el que constituye un aspecto del amor no se detiene en la periferia, sino que penetra hasta el meollo. Sólo es posible cuando puedo trascender la preocupación por mi mismo y ver a al otra persona en sus propios términos. Pero el conocimiento tiene otra relación, más fundamental, con el problema del amor. La necesidad básica de fundirse con otra persona para trascender de ese modo la prisión de la propia separatividad se vincula, de modo íntimo, con otro deseo específicamente humano, el de conocer el "secreto del hombre". Si bien la vida en sus aspectos meramente biológicos es un milagro y un secreto, el hombre, en sus aspectos humanos, es un impenetrable secreto para sí mismo –y para sus semejantes-. Nos conocemos y, a pesar de todos los esfuerzos que podamos realizar, no nos conocemos. Conocemos a nuestros semejantes y, sin embargo, no los conocemos, porque no somos una cosa, y tampoco lo son nuestros semejantes. Cuanto más avanzamos hacia las profundidades de nuestro ser, o el ser de los otros, más nos elude la meta del conocimiento. Sin embargo, no podemos dejar de sentir el deseo de penetrar en el secreto del alma humana, en el núcleo más profundo que es "él". La crueldad misma está motivada por algo más profundo: el deseo de conocer el secreto de las cosas y de la vida. Otro camino para conocer "el secreto" es el amor. El amor es la penetración activa en la otra persona, en la que la unión satisface mi deseo de conocer. En el acto de fusión, te conozco, me conozco a mi mismo, conozco a todos –y no "conozco" nada-. Conozco de la única manera en que el conocimiento de lo que está vivo le es posible al hombre –por la experiencia de la unión- no mediante algún conocimiento proporcionado por nuestro pensamiento. La única forma de alcanzar el conocimiento total consiste en el acto de amar: ese acto trasciende el pensamiento, trasciende las palabras. Es una zambullida temeraria en la experiencia de la unión. Sin embargo, el conocimiento del pensamiento, es decir, el conocimiento psicológico, es una condición necesaria para el pleno conocimiento en el acto de amar. Tengo que conocer a la otra persona y a mi mismo objetivamente, para poder ver su realidad, o más bien, para dejar de lado las ilusiones, mi imagen irracionalmente deformada de ella. Sólo conociendo objetivamente a un ser humano, puedo conocerlo en su esencia, en el acto de amar. El problema de conocer al hombre es paralelo al problema religioso de conocer a Dios. En la tecnología occidental convencional se intenta conocer a Dios por medio del pensamiento, de afirmaciones acerca de Dios. Se supone que puedo conocer a Dios en mi pensamiento. En el misticismo, que es el resultado del monoteísmo, se renuncia al intento de conocer por medio del pensamiento, y se lo reemplaza por la experiencia de la unión con Dios, en la que ya no hay lugar para el conocimiento acerca de Dios, ni tal conocimiento es necesario. La experiencia de la unión, con el hombre o, desde un punto de vista religioso, con Dios, no es en modo alguno irracional. Por el contrario, y como lo señaló Albert Schwetzer, es la consecuencia del racionalismo, su consecuencia más audaz y radical. Se basa en nuestro conocimiento de las limitaciones fundamentales, y no accidentales, de nuestro conocimiento. Es el conocimiento de que nunca "captaremos" el secreto del hombre y del universo, pero que podemos conocerlos, sin embargo, en el acto de amar.


Cuidado, responsabilidad, respeto y conocimiento son mutuamente interdependientes.



El amor infantil sigue el principio: "Amo porque me aman". El amor maduro obedece al principio: "Me aman porque amo". El amor inmaduro dice: "Te amo porque te necesito". El amor maduro dice: "Te necesito porque te amo".



La clase más fundamental de amor, básica en todos los tipos de amor, es el amor fraternal. Por él se entiende el sentido de responsabilidad, cuidado, respeto y conocimiento con respecto a cualquier otro ser humano, el deseo de promover su vida. Si he desarrollado la capacidad de amar, no puedo dejar de amar a mis hermanos. En el amor fraternal se realiza la experiencia de unión con todos los hombres, de solidaridad humana, de reparación humana. El amor fraternal se basa en la experiencia de que todos somos uno. Las diferencias en talento, inteligencia, conocimiento, son despreciables en comparación con la identidad de la esencia humana común a todos los hombres. Para experimentar dicha identidad es necesario penetrar desde la periferia hacia el núcleo. Si percibo en otra persona nada más que lo superficial, percibo principalmente las diferencias, lo que nos separa. Si penetro hasta el núcleo, percibo nuestra identidad, el hecho de nuestra humanidad. Una mujer sólo puede ser una madre verdaderamente amante si puede amar; amar a su esposo, a otros niños, a los extraños, a todos los seres humanos. La mujer que no es capaz de amar en ese sentido, puede ser una madre afectuosa mientras su hijo es pequeño, pero no será una madre amante, y la prueba de ello es la voluntad de aceptar la separación –y aún después de la separación seguir amando-.


El amor erótico es el anhelo de fusión completa, de unión con una única otra persona. Por su propia naturaleza, es exclusivo y no universal; es también, quizá, la forma de amor más engañosa que existe. En primer lugar, se lo confunde fácilmente con la experiencia explosiva de "enamorarse", el súbito derrumbe de las barreras que existían hasta ese momento entre dos desconocidos. Pero, como señalamos antes, tal experiencia de repentina intimidad es, por su misma naturaleza, de corta duración. Cuando el desconocido se ha convertido en una persona íntimamente conocida, ya no hay más barreras que superar, ningún súbito acercamiento que lograr. Se llega a conocer a la persona "amada" tan bien como a uno mismo. O quizá, sería mejor decir tan poco. Si la experiencia de la otra persona fuera más profunda, si se pudiera experimentar la infinitud de su personalidad, nunca nos resultaría tan familiar y el milagro de salvar las barreras podría renovarse a diario. El resultado es que se trata de encontrar amor en la relación con otra persona, con un nuevo desconocido. Este se transforma nuevamente en una persona "íntima", la experiencia de enamorarse vuelve a ser estimulante e intensa, para tornarse otra vez menos y menos intensa, y concluye en el deseo de una nueva conquista, un nuevo amor, siempre con la ilusión de que el nuevo amor será distinto de los anteriores. El deseo sexual puede ser estimulado por la angustia de la soledad, por el deseo de conquistar o de ser conquistado, por la vanidad, por el deseo de herir y aún de destruir, tanto como por el amor. Parecería que cualquier emoción intensa, el amor entre otras, puede estimular y fundirse con el deseo sexual. Como la mayoría de la gente une el deseo sexual a la idea del amor, con facilidad incurre en el error de creer que se ama cuando se desea físicamente. El amor puede inspirar el deseo de la unión sexual; en tal caso, la relación física hallase libre de avidez, del deseo de conquistar o ser conquistado, pero está fundido con la ternura. Si el deseo de unión física no está estimulado por el amor, si el amor erótico no es a la vez amor fraterno, jamás conduce a la unión salvo en un sentido orgiástico y transitorio. La atracción sexual crea, por un momento, la ilusión de la unión, pero, sin amor, tal "unión" deja a los desconocidos tan separados como antes. El amor erótico es exclusivo, pero ama en la otra persona a toda la humanidad, a todo lo que vive. Es exclusivo sólo en el sentido de que puedo fundirme plena e intensamente con una sola persona. El amor erótico excluye el amor por los demás sólo en el sentido de la fusión erótica, de un compromiso total en todos los aspectos de la vida, pero no en el sentido de un amor fraterno profundo. El amor erótico, si es amor, tiene una premisa. Amar desde la esencia del ser y vivenciar a la otra persona en la esencia de su ser. Amar a alguien no es meramente un sentimiento poderoso, es una decisión, es un juicio, es una promesa-. Si el amor no fuera más que un sentimiento, no existirían bases para la promesa de amarse eternamente. Un sentimiento comienza y puede desaparecer. ¿Cómo puedo yo juzgar que durará eternamente, si mi acto no implica juicio y decisión?.


En su búsqueda de la unidad más allá de la multiplicidad, los pensadores brahmánicos llegaron a la conclusión de que el par de opuestos que se percibe no refleja la naturaleza de las cosas, sino de la mente percipiente. El pensamiento percipiente debe trascenderse a sí mismo para alcanzar la verdadera realidad. La oposición es una categoría de la mente humana, no un elemento de la realidad. En el Rig-Veda, el principio se expresa en la siguiente forma: "Yo soy los dos, la fuerza vital y el material vital, los dos a la vez". Los maestros de la lógica paradójica afirman que el hombre puede percibir la realidad sólo en contradicciones y que su pensamiento es incapaz de captar la realidad-unidad esencial, lo Uno mismo. Ello trajo como consecuencia que no aspira como finalidad última a descubrir la respuesta en el pensamiento. Este sólo nos dice que no puede darnos la última respuesta. El mundo del pensamiento permanece envuelto en la paradoja. La única forma como puede captarse el mundo en su esencia reside, no en el pensamiento, sino en el acto, en la experiencia de unidad.


1. El amor no es el resultado de la satisfacción sexual adecuada; por el contrario, la felicidad sexual –y aún el conocimiento de la llamada técnica sexual es el resultado del amor. Si aparte de la observación diaria fueran necesarias más pruebas en apoyo de esa tesis, podrían encontrarse en el vasto material de los datos sicoanalíticos. El estudio de los problemas sexuales más frecuentes –frigidez en las mujeres y las formas más o menos serias de impotencia síquica en los hombres-, demuestra que la causa no radica en una falta de conocimiento de la técnica adecuada, sino en las inhibiciones que impiden amar. El temor o el odio al otro sexo están en la raíz de las dificultades que impiden a una persona entregarse por completo, actuar espontáneamente, confiar en el compañero sexual, en lo inmediato y directo de la unión sexual. Si una persona sexualmente inhibida puede dejar de temer u odiar, y tornarse entonces capaz de amar, sus problemas sexuales están resueltos. Si no, ningún conocimiento sobre técnicas sexuales le servirá de ayuda.

2. La definición del amor según Sullivan: el amor comienza cuando una persona siente que las necesidades de otra persona son tan importantes como las propias.

3. Los hijos también sirven finalidades proyectivas cuando surge el problema de disolver un matrimonio desgraciado. El argumento común de los padres en tal situación es que no pueden separarse para no privar a los hijos de las ventajas de un hogar unido. Cualquier estudio detallado demostraría, empero, que la atmósfera de tensión e infelicidad dentro de la "familia unida" es más nociva para los niños que una ruptura franca, que les enseña, por lo menos, que el hombre es capaz de poner fin a una situación intolerable por medio de una decisión valiente.

4. Otro error muy frecuente: la ilusión de que el amor significa necesariamente ausencia de conflicto. Así como la gente cree que el dolor y la tristeza deben evitarse en todas las circunstancias, supone también que el amor significa la ausencia de todo conflicto. Los conflictos reales entre dos personas, los que no sirven para ocultar o proyectar, sino que se experimentan en un nivel profundo de la realidad interior a la que pertenecen, no son destructivos. Contribuyen a aclarar, producen una catarsis de la que ambas personas emergen con más conocimiento y mayor fuerza.

5. El amor sólo es posible cuando dos personas se comunican entre sí desde el centro de sus existencias, por lo tanto, cuando cada una de ellas se experimenta a sí misma desde el centro de su existencia. Sólo en esa "experiencia central" está la realidad humana, sólo allí hay vida, sólo allí está la base del amor. Experimentado en esa forma, el amor es un desafío constante; no un lugar de reposo, sino un moverse, crecer, trabajar juntos; que haya armonía o conflicto, alegría o tristeza, es secundario con respecto al hecho fundamental de que dos seres se experimentan desde la esencia de su existencia, de que son el uno con el otro al ser uno consigo mismo y no al huir de si mismos. Sólo hay una prueba de la presencia del amor: la hondura de la relación y la vitalidad y la fuerza de cada una de las personas implicadas; es por tales frutos por los que se reconoce el amor.

6. Tener fe" en otra persona significa estar seguro de la confianza e inmutabilidad de sus actitudes fundamentales, de la esencia de su personalidad, de su amor. Al memos que tengamos fe en la persistencia de nuestro yo, nuestro sentimiento de identidad se verá amenazado y nos haremos dependientes de otra gente, cuya aprobación se convierte entonces en la base de nuestro sentimiento de identidad.

7. Educación significa ayudar al niño a realizar sus potencialidades. La raíz de la palabra educación es e-ducere, literalmente, conducir desde, o extraer algo que existía potencialmente.

8. Mientras tememos conscientemente no ser amados, el temor real, aunque habitualmente inconsciente, es el de amar. Amar significa comprometerse sin garantías, entregarse totalmente con la esperanza de producir amor en la persona amada. El amor es un acto de fe y quien tenga poca fe también tiene poco amor.


Segundo Resumen

En este libro, Erich Fromm hace un profundo análisis sobre el amor. Comienza analizando lo que es un arte y se pregunta si el amor lo es. A continuación explica la razón del amor y los tipos de amores existentes dependiendo del objeto amoroso. Luego, comenta la evolución del amor en la sociedad occidental contemporánea y, para concluir, explica la práctica del amor, cómo llevarlo a cabo.

Fromm comienza su libro hablando sobre cómo solucionan algunas personas el “problema” de amar. Algunos creen que el amor consiste en ser amado, y no en amar, así acumulan riquezas para ser populares y tener una buena apariencia, para poder ser amados.

Otros creen que el amor consiste simplemente en encontrar un buen objeto al que amar, y con esos se arregla todo. Se tiende a buscar algo “atractivo” para amar y, dependiendo de la época, resultará atractivo uno u otro elemento. El autor compara este error con el espíritu de consumo existente hoy en día en el occidente.

Otro error resolviendo el problema de amar, es confundir el “enamorarse” con la situación permanente de estar enamorado.

Aquí, el escritor comienza a explicar su teoría, y dice que hay que ser consciente de que el amor es un arte, y que para comprenderlo hay que seguir los pasos de aprendizaje igual como cualquier otro arte.

Fromm escribe que para aprender cualquier arte es necesario teoría y práctica; cuando ya se tiene buen conocimiento de la teoría, se ha de practicar para dominar el arte. Pero también es necesario otro factor, nada debe ser más importante que el arte. Es aquí donde comienza a explicar la teoría del arte de amar, y mucho más tarde hablará de la práctica.

El autor explica el amor como la solución al estado de separatidad, el sentimiento de estar separados de los semejantes, de estar sólo.

Según él, antes, en culturas más primitivas se intentaba vencer la separatidad de otras formas. Una de ellas es recurriendo a estados orgiásticos, en los que desaparece el mundo exterior y se siente una fusión con el grupo, que suele estar acompañada por la experiencia sexual. Actualmente se puede recurrir a las drogas, pero los individuos tienen sentimientos de culpa y remordimiento después, no como en el estado orgiástico. La solución orgiástica es una forma natural y normal de superar la separatidad; la unión orgiástica suele ser intensa, violenta, transitoria y periódica.

En la sociedad actual se intente unirse al grupo para superar la separación, siendo todos iguales, y los sistemas tanto dictatoriales como democráticos incitan a esto. El miedo a ser diferente es muy fuerte y siempre se intenta ser igual a los demás. De esta forma, en un aspecto religioso, todos somos hijos de Dios, iguales entre nosotros, y Kant dijo que ningún hombre debe ser medio para que otro hombre realice sus fines, ya que somos iguales todos. De igual manera, las mujeres ya no son diferentes en esta sociedad, y así se pierde la polaridad entre sexos.

El individuo ya se introduce en este patrón de unión e igualdad a la edad de tres o cuatro años, y no se separa del “rebaño”, tanto en la familia, el trabajo y la sociedad. Así, se introduce en un estado de conformidad.

Otra forma de lograr la unión es por la actividad creadora, por el trabajo productivo, en el que el individuo y su objeto se tornan uno.

La unidad conseguida por el trabajo productivo no es interpersonal, la alcanzada en la fusión orgiástica es transitoria y la proporcionada por la conformidad es sólo pseudounidad. Todo esto no son mas que respuestas parciales a la separatidad, la solución plena es el amor.

Fromm explica que no hay que decir que el amor es el logro de la unión interpersonal, porque hay algunos tipos de esta unión que no pueden llamarse amor. Aquí pone el ejemplo del masoquismo, en el que la persona se convierte en una parte de la otra persona, y exagera el poder de aquel al que se somete. Luego también está el sadismo, que hace que la otra persona se convierta en una parte de sí misma y la domina, explota, lastima y humilla, al contrario de la persona masoquista.

Al encontrar esto, el autor reflexiona sobre qué pasaría si decimos que el amor es una actividad, y es que “actividad” tiene dos significados. Uno, es el uso de energía para lograr fines exteriores, y el otro es usar poderes inherentes del hombre, haya o no cambios externos. Hay que distinguir ente acciones y pasiones, y el amor es una acción, que consiste fundamentalmente en dar, no recibir.

El problema es que dar tiene un significado ambiguo y complicado. Para algunos, dar significa sacrificarse, renunciar a algo, y para ellos la satisfacción es renunciar a algo y sacrificarse por el otro. De esta forma, dar da más alegría que recibir.

Sin embargo, cuando una persona da lo mejor de sí misma por otra, no sufre, ni sacrifica su vida, sino comparte lo que está vivo en él. En este sentido, el amar consiste en dar, pero también hay otros elementos: cuidado, responsabilidad, respeto y conocimiento.

El cuidado se sobre todo en el amor de una madre por su hijo. Cuidar algo significa preocuparse por su vida y crecimiento.

La responsabilidad viene de “responder” y significa responder por las necesidades físicas y psíquicas de la otra persona.

Respeto viene de “respicere” (mirar), y consiste en ver a la persona tal como es, preocuparse porque la otra persona crezca tal como es.

Conocer a la otra persona es fundamental, si no hubiera conocimiento, no servirían los demás elementos y no se podría amar. Pero conocer lleva a la exploración más profunda del alma, a fusionarse con el individuo para conocerlo completamente. Según Fromm, para hacer esto, es necesario irse a los extremos del sadismo, como un niño, que desarma algo o destroza a un animal para conocerlo. La crueldad está motivada por el deseo de conocer, pero la única forma de alcanzar el conocimiento total es el amor, no la crueldad. Aquí, compara el problema de conocer al hombre con el de conocer a Dios, a quién se intenta conocer con el pensamiento.

En este punto, comienza a hablar del amor como el deseo de unión entre los polos masculino y femenino. Comenta que desde siempre se han intentado u8nir los dos polos, lo masculino y femenino, y que la homosexualidad es simplemente un fracaso ante el intento de lograr esta unión.

Fromm condena a Freud por su pensamiento de que el amor es sólo la expresión del instinto sexual, y de que éste es algo como la sed o el hambre, que provoca un momento de tensión que tiene que ser aliviado mediante el acto sexual. Freud también piensa que la masturbación es la satisfacción sexual ideal, y que tanto los hombres como las mujeres tienen una naturaleza masculina común. Fromm sostiene que el deseo sexual es sólo una pequeña parte que motiva el amor erótico.

El otro comienza a hablar del amor entre padres e hijos. Cuando nace un niño, el amor de la madre es incondicional, y para el niño, la madre lo es todo, y todos le aman simplemente “porque él es”. Conforme crece, su problema consiste en ser amado. Pero entre los ocho y medio y diez años, el niño piensa en dar algo a sus padres, y poco a poco pasa a amar, descubriendo que es más satisfactorio dar que recibir. Más tarde, la figura del padre se torna más importante que la de la madre, y para explicar este cambio, es necesario saber la diferencia entre el amor materno y el paterno.

El amor de la madre es incondicional, la madre le ama simplemente “porque es”, no porque satisfaga sus expectativas. La madre es su hogar natural.

El padre no representa ningún hogar natural, y ni siquiera tiene una gran relación con el niño los primeros años de vida. El padre es el que enseña al niño, el que le muestra el camino al futuro. El principio del padre es el amor porque llena sus aspiraciones. El amor paterno tiene que ganarse, se basa en la obediencia, no como el de la madre.

Luego pueden venir problemas, si la madre es muy amante y el padre muy débil, el niño saldrá mimado, y si el padre es muy autoritario y la madre muy fría, el niño acabará malcriado.

A esta altura del libro, el autor comienza a analizar los diferentes objetos amorosos. Dependiendo del tipo de objeto amoroso, el amor será de un tipo o de otro.

Amor fraternal: Es el amor a todos los seres humanos, sin distinción. Se basa en la experiencia de que todos somos uno, y las diferencias son despreciables. Pero este amor comienza a desarrollarse sólo cuando amamos a quienes no necesitamos para nuestros fines personales.

Amor materno: Aquí se repite lo mismo que lo comentado anteriormente, y añade que este amor no es entre iguales, sino que uno necesita la ayuda que el otro le proporciona. Por este carácter altruista, ha sido considerada la forma más elevada del amor.

Pero llega el momento en que los dos seres unidos por el amor maternal se tienen que esparar, al contrario que el amor erótico en el que dos seres separados se unen.

Amor erótico: Es el amor en el que hay unión con una única otra persona, y la forma más engañosa del amor. Se suele confundir con “enamorarse”, pero esto es de corta duración y el amor erótico, no.

El deseo sexual debe estar estimulado por el amor, para que haya, además de amor erótico, amor fraterno. La ternura es el producto directo del amor fraterno.

El amor no es un sentimiento, porque los sentimientos aparecen y se van, pero el amor permanece.

Amor a sí mismo. “Ama a tu prójimo como a ti mismo”. El amor a sí mismo va ligado al amor a cualquier otro ser. Un individuo, si sólo ama a los demás, y no se ama a sí mismo, no ama. Los egoístas no son capaces de amar a los demás, pero tampoco se aman a sí mismas.

Si te amas a ti mismo, amarás a los demás como a ti mismo, pero mientras ames a otro menos que a tí mismo, no lograrás realmente amarte.

Amor a Dios. En todas las religiones teístas, Dios es el valor supremo, y el amor a éste tiene tantas cualidades distantas como el amor al hombre.

Este hombre tiene diversas fases. Primero se aferra a la naturaleza, luego, fabrica con su propia mano, y convierte a ésta en un dios, haciendo ídolos de arcilla, oro, etc. Finalmente, da a sus dioses apariencia de seres humanos.

Existen dos tipos de fases religiosas, la matriarcal y la patriarcal. En la matriarcal, el dios es sobreprotector y su amor es incondicional. En la patriarcal, se establecen leyes y principios, y dios ama al hijo que obedece y más se le asemeja.

Existe entre occidente y oriente una gran diferencia de pensamiento. El pensamiento occidental suele estar basado en la lógica aristotélica (una cosa no puede ser y no ser a la vez la misma cosa), y el pensamiento oriental suele basarse en la lógica paradójica (A es y no es X a la vez). Por esto, la lógica paradójica dice que el amor a Dios no es conocerle mediante el pensamiento, sino experimentar la unión con él. Sin embargo, la lógica aristotélica piensa que el amor a Dios se basa en conocerle mediante el pensamiento.

Aquí entramos en un nuevo apartado, la desintegración del amor en la sociedad occidental contemporánea.

En la sociedad capitalista, el hombre se convierte en un objeto, cualquier cosa no tiene valor si no hay demanda, y todo está basado en el trabajo. Por esto, el matrimonio feliz está considerado como un equipo que trabaja en armonía, y la felicidad sexual, como el resultado del amor. Sin embargo, hay personas que creen que el amor es el resultado de la felicidad sexual, Fromm pone ejemplos y los critica duramente.

El autor vuelve a retomar el tema de las perturbaciones neuróticas producidas cuando el padre y/o la madre no ejercen bien su papel de amor hacia el niño.

Existen varias clases de amor irracional, como el idolátrico, en el que le persona amada se convierte en un ser superior, o el sentimental, en el que el amor solo se experimenta en la fantasía.

Se cometen muchos errores a la hora de amar. Uno de ellos es evadirse de los problemas propios y concentrarse en los defectos del otro. Otro error es pensar que en el amor no hay ningún conflicto, pero o es así. El último error aquí comentado es el de pensar que el amor es superficial, siendo éste sólo posible si se realiza desde el centro de la propia existencia.

El amor a Dios se ha degenerado profundamente, y la religión es algo inusual en esta sociedad.

La práctica del amor. Después de examinar la teoría del arte de amar, se pasará a examinar la práctica, pero no se enseñará a amar, porque eso sólo puede hacerlo uno mismo, no existen recetas.

Todas las artes en común necesitan unos factores para su práctica: disciplina, concentración, paciencia y preocupación.

La disciplina es complicada de desarrollar para un arte, porque un individuo común gasta la mayor parte del día disciplinadamente en su trabajo para otros, y cuando tiene tiempo para él, no le apetece actuar disciplinadamente, pero lo necesita.

La concentración es indispensable para la práctica de un arte, pero en esta sociedad somos consumidores desconcentrados, que nos tragamos todo.

La paciencia es muy necesaria, ya que la práctica del arte no es algo rápido, sino lento. Lo más rápido suele ser considerado lo mejor, pero en un arte es al revés.

La preocupación es realmente importante, si no se preocupa uno por el arte que quiere desarrollar, no lo desarrollará, y no pasará de ser un simple aficionado. También hay que tener en cuenta que primero se deberán aprender cosas no relacionadas con el arte, para luego adentrarse en éste.

Para practicar la disciplina, ésta tiene que salir desde dentro de uno mismo, no debe imponerse desde fuera, debiendo ser considerada como algo bueno para uno mismo.

Practicar la concentración es realmente difícil actualmente. La mejor forma de practicarla es aprender a estar sólo conmigo mismo sin realizar ninguna actividad. Hay que aprender a concentrarse en todo lo que uno hace, siendo la actividad lo único que cuenta en ese momento.

Concentrarse en la relación con otros quiere decir escucharles. La mayoría de gente oye sin escuchar realmente al otro, sin tomarse en serio las palabras de la otra persona.

Para aprender a concentrarse, hay que ser sensible a uno mismo, siendo capaz de notar tus propios cambios corporales y buscando soluciones a ellos.

En este momento, el autor comienza a exponer las condiciones para la práctica del arte de amar. La condición fundamental es superar el narcisismo, debemos superar la visión del mundo exterior como una consecuencia de nuestro propio mundo interior, mirando todo de forma objetiva. Si el amor depende de la falta de narcisismo, necesita la humildad, la razón y la objetividad.

La capacidad de amar depende de la capacidad de superar el narcisismo. Par esto se necesita fe.

Existen dos tipos de fe. La fe racional es la basada en la certeza y firmeza que poseen nuestras convicciones, mientras que la irracional está basada en creer porque lo dice una autoridad o la mayoría.

Tenemos fe en nosotros mismos y también tenemos que tener fe en los demás, y esto culmina en la fe en la humanidad. Pero tener fe culmina en tener valor.

La práctica de la fe y el valor empieza con pequeños detalles en la vida diaria, fijándose cuándo se pierde la fe y/o el valor e intentando corregirlo.

La actividad es indispensable en el arte de amar, si soy perezoso, no podré relacionarme con la persona amada.

El amor deberá estar presente en todas las relaciones sociales, y se tendrá que tener en cuenta que todos somos iguales. Esto es realmente complicado en la sociedad capitalista, ya que ésta es incompatible con el amor.

Erich Fromm termina su libro diciendo que es necesario que haya un cambio en la sociedad actual, para que la naturaleza social y amorosa se una a la existencia social, y la necesidad fundamental del hombre, el amor, se convierta en un fenómeno social.

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