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miércoles, 17 de marzo de 2010

Los tres mandatos de todo Cristiano

Los Tres Mandatos del Señor, La Misión del Cristiano


Jesús nos llama a que nos unamos a Él, a que creamos en el plan de salvación que nuestro Padre del cielo nos ha regalado.

En la Biblia se encuentra escrito y detallado ese plan, en sus páginas se encuentra este gran misterio lleno de sabiduría, sus palabras que han calado en la mente, voluntad y razón de miles de cristianos, heredando de generación en generación hasta el día de hoy.

Jesús nos dice como somos, donde estamos, de donde venimos y a donde nos podemos dirigir. Nos enseña sobre la realidad del mundo, y nos advierte y amonesta a la vez que nos habla tiernamente, se preocupa por nosotros y nos perdona, eso si, tenemos que cambiar de actitud y confiar fuertemente en Él.


Jesús al hacernos suyos, nos da una misión, la misión fraterna de hacer crecer la familia, de aumentar en este mundo el mayor numero de personas que quieran ser parte de la verdadera historia del hombre, ser parte del Reino de Dios.

Nuestro Señor nos advierte que este proyecto, que este Reino tiene un adversario al cual llama “Príncipe de este mundo”, enemigo del hombre, ser pervertidor, mentiroso y engañador, que no quiere que el hombre pueda adherirse al plan de salvación, pues su mayor objetivo es que el hombre no se salve, que no recupere la condición elevada que perdió con la caída, que fue perpetrada por el mismo, con nuestros primeros padres.





Pero de la misma manera Jesús nos dice que venceremos, que unidos a Él somos hijos de Dios, y recuperamos la grandeza que habíamos perdido, que por medio de su intercesión, el Espíritu de Dios, hace de nosotros su casa, el Espíritu Santo mora en cada uno de los fieles Cristianos, y se convierte en un Ser de naturaleza superior a la Angélica, y allí, mas bien el demonio debe de tenernos miedo, la promesa de Jesús de estar con nosotros hasta el fin, nos garantiza el triunfo de este combate, que tiene su gran recompensa, la resurrección y la vida eterna.

Esta misión tiene tres fases, que forman un todo, es decir son tres misiones, pero que juntas son la misión en si, son necesarias, complementarias, y que no se pueden dejar de lado una, para tomar la otra, se realizan de manera reciproca. Si no se hace de esa manera no se podrá avanzar.

Jesús nos dice en Marcos 16, 17-s. que vallamos a anunciar la buena nueva, curar enfermos y expulsar demonios.


Son tres mandatos que forman la misión de cada cristiano, el último mandato no es menos importante que el primero, ni tampoco es más importante que el segundo, los tres mandatos tienen la misma importancia.

El mandato que aparece en tercer lugar, es la lucha, el combate, representa el mal, tentación, pecado, y a luchar contra Satanás y todos los Ángeles demoníacos, como seres personales espirituales, y a la vez a aquellos hombres pervertidos por el pecado, y a esa parte demoníaca que hay en las tres potencias del hombre, que están deformadas por el pecado original.

Las personas que no están acorazadas por Dios, porque no se han entregado a Él, o que en su tibieza aunque lo conozcan, que no cumplen con lo que la Iglesia nos aconseja y manda, son totalmente expuestas al mal consejo del maligno. Algunas están propensas a una deformación del bien, a estar enredadas en cosas paganas, en una adoración a dioses falsos, a un culto incluso sombrío al mal, como en tiempos antiguos con los egipcios, cananeos y otros pueblos considerados heréticos.

En este mandato nosotros nos enfrentamos a una lucha espiritual, nosotros debemos romper y expulsar a este mentiroso, a este mal consejero, para así poder corregir con la verdad, el anuncio del evangelio es el arma que se encarga de destruir sus mentiras, y restablecer el orden.

Jesús nos da un ejemplo real, con el endemoniado de Gerasa. Por eso la oración es parte importante de este mandato, hay que liberar primero a las personas del mal que los rodea. Es como en el sacramento de la Confesión, donde expulsamos nuestros propios pecados, para poder estar en la gracia de Dios, donde recibimos la bendición de Dios y creemos espiritualmente en que estamos en unión con Él, limpios, muy santos.


Por eso para poder ayudar a nuestro prójimo a que tenga un encuentro con Jesús (kerigma) debemos rezar mucho por las personas en concreto que vamos a anunciarle el evangelio, expulsar los demonios que hablan en sus mentes, bloqueando el mensaje que le llevamos, y por eso ya expulsados, atados y lejos de estos, están totalmente atentos, objetivos para poder tomar una decisión conciente, y no bloqueados por la maldad del diablo. (El sacramento de la Confesión).

El mal genera enfermedad, esta se puede dar tanto espiritualmente como físicamente, estas dos formas de enfermedad están muy ligadas entre si, el segundo mandato, nos dice que curemos a los enfermos, y la cura para la enfermedad se encuentra en la medicina y en la prevención.


Una vez mas la oración es la manera de cumplir este mandato, es la herramienta principal, luego los sacramentos, en total son la medicina, y la Eucaristía en especial es el alimento que hace que un ser humano sane, y prevenga cualquier enfermedad espiritual e incluso física. Una persona que viva en la fe sacramentalmente esta sano, y tener sano el Espíritu es superior a tener una enfermedad física. Ya que muchas personas que están enfermas espiritualmente generan estados tan fuertes que su primera enfermedad se somatiza, y produce enfermedades físicas graves, ya que no solo por los estados emocionales, de ansiedad y estrés, enfermedades psicológicas, mentales, que incluso pueden llevar a la muerte. Una persona con un espíritu enfermo, no se cuida, hace desequilibrios en sus tres potencias, en su alimentación, aseo, e incluso se convierte en un ser antisocial. Y esta persona enferma también esta bloqueado para el encuentro con Cristo, y esta mas sensible al ataque del maligno, y a estar indispuesta a recibir su anuncio, pero este mismo anuncio es su medicina, por eso la oración es la medicina primaria, los sacramentos la vacuna y tratamiento para que no vuelva a enfermar.


En este punto la ciencia también tiene un papel muy importante, ya que esta proviene de Dios, el creador de todo, el que creo las leyes que rigen el orden de este mundo material. La ciencia nos ayuda a curar enfermos, por eso crear hospitales para este mandato es valido, visitar los enfermos, el dar cariño, consuelo, consejo, al enfermo es una manera de obedecer a este mandato.


Un alma enferma en muchos casos, por desconocer a Cristo, o por no entender el misterio del sacrificio o de la cruz, se sumerge en el odio, en la desesperación y en la tristeza. Por eso la cura del alma enferma por el mal del mundo, por el mal de la carne, y del demonio, ya sea que afecte su alma, o su cuerpo e incluso ambos es fundamental para poder cumplir con el plan de salvación.

Ahora cuando una persona ha sido debidamente preparada, el anunció del Reino de Dios, le llegara con toda su fuerza, pues hay que recodar, que estos tres mandatos, son simultáneos, y cuando se hacen bien, producen fruto. Jesús realizaba con su actuar los tres mandatos en un solo acto:

Lucas 13,11 Había allí una mujer poseída de un espíritu inmundo, que la tenía enferma hacía dieciocho años; estaba encorvada y no podía de ninguna manera enderezarse. 13,12 Jesús, al verla, la llamó y le dijo: "Mujer, quedas libre de tu enfermedad". 13,13 Le impuso las manos y, al instante, se enderezó y empezó a alabar a Dios...


Por eso una persona que reciba de la manera correcta el anuncio del Reino, le llegara con toda su fuerza, si lo acepta se salvara, si no se condenara, pues realmente su estado emocional, sus tres potencias objetivamente no la acepto. Y quien abra su corazón tendrá un encuentro con Jesús muy fuerte.

Pablo, antes llamado Saulo, los discípulos, muchos de los que seguían a Cristo, siguieron este proceso, por lo que cuando conocieron la buena nueva, fue con toda su fuerza, hay que recordar que muchos de ellos, en especial sus discípulos, no estaban ni poseídos por un demonio, o influenciados o enfermos, sino que fueron testigos, recibieron las mismas gracias de una manera indirecta, pero surte el mismo poder, cosa que no funciono con Judas, ya que este como mencione anteriormente tuvo la claridad, pero se cegó en su obstinación, por lo que su decisión fue condenatoria, ya que dejo entrar el mal libremente.


No todos las personas que se les evangeliza, están poseídas por el diablo, pero talvez si influenciadas, o ni siquiera influenciadas, pero si tibias en su forma de vivir, un poco alejadas de Dios, o indiferentes, pero tratando de vivir una vida justa, talvez incluso en errores contra la fe, pero inconcientemente, incluso su enfermedad espiritual no es tan evidente, pues pueden aparentar una fuerza y sanidad que se manifiesta en un poco de soberbia o indigencia. Parecerán muy sanos de la salud física, pero no muy útiles a la sociedad, pueden ayudar a la sociedad pero de una manera oscura. Esto no quita que no cumplamos los mandatos como Jesús mismo lo ordeno, son tres mandatos para cumplir la misión de la que somos responsables, la oración no debe nunca ser dejada de lado, para esto la Guía del Espíritu Santo es necesaria, el sabrá como debemos actuar según sean los casos.


El viejo testamento, junto con el nuevo tienen ese mismo proceso, primero se les comenzó a preparar, a ir sanando de los errores y preparándolos, liberándolos de las ataduras y engaños del maligno, y de las enfermedades espirituales, y solo cuando Dios vio que era la hora, se les dio a conocer.

Y cuando Jesús vino a nosotros en el tiempo de su vida publica, realizo este mismo proceso, y cuando, la iglesia inicio siguió los mismo mandatos evangélicos con mucha fe, oraron, expulsaron, sanaron, anunciaron y con esto se llenaron de la palabra de Dios, y cambiaron sus vidas.

Ese Pentecostés sigue hoy vivo, y no debe tampoco ser algo superficial, un Show, debe ser con entusiasmo, humildad y convicción, debe ser parte de nuestra vida, Pentecostés se vive, no se hace, es misión. Y la misión es nuestra vida. Ya sea en nuestro hogar, comunidad, país, continente, o el planeta entero, en vivo, o en medios de comunicación.

Jesús nos enseña que hay tres modos de vida para seguirlo, y según la vocación que cada ser humano tenga, algunos formaran un hogar, para darle mas hijos a Dios, creando una familia, allí se encuentra una gran misión, en formar a esos hijos, y con sus vecinos, comunidad trabajar, tiene una misión muy importante.


Otros tomaran la vocación de solteros, estos se formaran profesionalmente, o colaboran en funciones sociales que serán de gran valor, útiles al prójimo, su misión abarca un servicio mayor, trabajaran para servir, y a la vez tienen una misión mas abierta, ya que pueden desplazarse a distancias mayores, ya sea en su país, o internacional, ayudara a los hijos de las familias que no están en gracia de Dios, y a los pueblos en que Cristo no ha sido anunciado, y a reforzar la misión donde ya fue anunciado.

Y luego están los que se entregan totalmente al anuncio del Reino, sea como Sacerdote o como religioso, estos dedicaran su vida entera a la misión, desde sus parroquias, conventos, hasta los lugares mas remotos de la tierra, también entre ellos Jesús escogerá a los responsables de conservar y enseñar la sana doctrina.

Pero para estos modos de vida la Misión es la misma, la recompensa es la misma promesa, claro entre mas trabaje, mayor será la paga. Las bienaventuranzas igualmente pueden repartiesen entre estos tres modos de vida a que Dios llama a seguir.

Los que conocemos a Cristo, debemos vivir según Cristo, vivir como predicamos, de la manera en que nos enseño Cristo, hoy en este nuevo siglo, Jesús debe gobernarnos, que no sean las modas, los artistas o filosofías de hombre.

Orar por el ser humano, rezar por las personas que vamos a anunciarles la buena nueva, poner en las manos del Señor nuestras obras, para que reciban la bendición de Él primero, para establecer ese combate espiritual, y con la oración, el amor y la verdad de su palabra el triunfo es seguro.

A estas personas se les da a conocer que son Hijos de Dios, que su dignidad es enorme, que vivir en gracia de Dios es santidad, y que es lo máximo, ya que no hay nada en este mundo que supere esta verdad, que en Jesús somos hijos del Padre, y lo que es Dios por su naturaleza, lo somos nosotros por la Gracia, por Jesús, en el Espíritu Santo. No seremos hombres dioses, porque no es así, sino participes de esa naturaleza en gracia con Jesús, que con la resurrección en un cuerpo glorioso como el de Jesús ganaremos la vida Eterna juntos en el Reino de Dios.

Pero para poder alcanzar esta meta que es para la que nacimos, debemos adherirnos a la doctrina que Jesús estableció y quienes dio el poder de anunciarla y cuidarla, esta como Madre nos conducirá por el camino correcto, nos fortalezca con los sacramentos y enseñanza.

Que ingresamos por el bautismo, que nos sella para Dios, y que si perdemos la gracia por nuestra situación libre de nuestras tres potencias en cuanto no las hemos todavía corregido, con la confesión la fortalecemos, corregimos y recuperamos la gracia, enriquecidos por la misericordia de Dios, pero esa corrección es nuestra responsabilidad y lucha personal, por lo que debemos seguir los sabios consejos que debemos buscar en nuestra Madre Iglesia para progresar en santidad.


La Eucaristía que es Jesús en cuerpo y sangre, que se queda con nosotros como alimento para poder vivir en este mundo, que se hace uno con nosotros, y nosotros uno con Él, otro gran misterio, donde el amor se manifiesta en su mas alto honor, donde nuestra carne se hace una con la de Jesús, para que se Cumpla con todo verdad el que somos hijos de Dios Padre, y el Espíritu Santo habite en el Templo, que seriamos nosotros mismos. En ese precioso momento ese abrazo directo con Jesús, esa comunión nos da un adelanto de la resurrección, de la gloria que recibiremos al final de la historia, cuando la historia realmente se inicie, ese mismo abrazo es una armadura y guía, nos ayuda a ser mejores, a ir por el buen camino sin caer o desfallecer y a vencer el mal, y nos impulsa a misionar, a proclamar el nombre de Jesús.

Jesús la verdad de la Iglesia católica, la verdad que protege con todas sus fuerzas, la que predica, en unidad con el Papa, sucesor se Pedro.

Con nuestro mismo comportamiento, estamos anunciando, a aquél en que nuestra fe vive.

La Misión es un todo, no la suma de sus partes, eso si un proceso, que tiene un orden.

Solo si se esta bien preparado se puede ser misionero, Jesús primero preparo bien a sus discípulos y luego los envió al mundo en misión.

Por eso aquellos que ya están en Cristo la formación es vital, no se pueden quedar nada mas con un mínimo de conocimientos, la responsabilidad es grande, y la manera de servir será mejor, entre mas formación tenga, no tiene que esperarse a saberlo todo, ya que es muy difícil, pero el Espíritu Santo es el mejor formador, y para eso Él nos educa cuando leemos la Biblia, el Catecismo y obras, documentos de los Santo y Padres de la Iglesia, que forman la doctrina de la Iglesia Católica. Y si nos faltara conocimientos el puede dárnoslo de un solo, teniendo en cuenta que si estamos formados con lo escrito, y en gracia con Dios, será muy difícil que el maligno nos engañe, pero por eso la humildad, y la obediencia. Nuestras obras se miden por los frutos que demos, y allí se vera cual es la verdad que predicamos.


Vivir conforme a lo aprendido por la Iglesia, Fe y obras por eso se nos conocerá, por los frutos buenos que demos. Así es como la convicción, en lo aprendido, nos hace poder ser libres del clamor de la carne, pudiendo dejarnos llevar por la fe, no una fe ciega, si no con la luz del Espíritu Santo que nos fortalece la Razón, con la verdad que es cristo, nos inspira y Guía por el camino correcto.

Esta mismo fe nos conforta, ya que también tenemos una madre que nos protege y alienta, que nos dice que hagamos lo que su hijo nos dice, y que confiemos en Él, que nos lleva de la mano y como Madre santa nos cubre con su manto, y lucha por sus hijos, como una leona por sus hijos, y que escucharla a ella es consejo. Ya que nos lleva a su hijo, ya que por ella y por nuestro Padre del cielo es nuestro Hermano mayor, Salvador y Señor.

Jesús nos dice: que amemos a Dios con todas nuestras fuerzas, con toda nuestra alma y que lo amemos por arriba de todo. Y que amemos al prójimo como a nosotros mismos.


Al nosotros querernos, al aceptar a Cristo y querer la salvación, nos damos cuenta de lo valioso que somos, por lo tanto nuestro amor propio crece mucho, nuestra autoestima crece, y podrá salir sentimientos de amor de nuestro interior, estos sentimientos fueron recibidos primero por Dios, ya que Dios es amor, el nos amo primero, y al nosotros recibir ese amor, nos convertimos en seres con capacidad real de amar. Y al mirar esa misma realidad en nuestro prójimo, mirar al ser humano como imagen y semejanza de nuestro Padre, y que son iguales a nosotros mismos, ya que nosotros seres humanos también, los podremos amar con la fuerza del amor a Dios, y mas cuando esos seres humanos en muchos casos viven en la ignorancia, o que están sumergidos en las tinieblas, enfermos del mal, y que nosotros sabemos de lo que se están perdiendo, se pierden a Cristo, la vida en Él, es el amor el que nos hace movernos a misionar.

Por eso misionamos porque amamos. Incluso dando la vida. Ese es el fin de la Misión.

De esta forma es que crece del Reino, una comunión que esta formada por la Iglesia terrena y la Espiritual, que tiene como cabeza Cristo, que es El REY DE REYES, que nos resucitará y viviremos con Él en la gloria por los siglos de los siglos.


La fe que demuestren sus discípulos es fundamental, aquí es donde se encuentra el porque de todo. Hay que tomar la palabra de Dios como de Dios, no como de hombre. (1Tes 2,13; 2Tim 2,9; Heb 4,12; 1Pe 1,23; 2Pe 1,19). Por tanto, nadie puede permanecer indiferente ante la palabra de Dios (Mt 7,24-27; 13,18-23; Mc 8,38; Lc 6,46-49; Jn 5,24; 10,19; 12,47-49; He 13,46-48; 1Cor 15,1-2; Ef 1,13; Col 1,5-6; 1Tes 1,6; Sant 1,21-25), llegando si es preciso hasta el martirio (Ap 1,9; 6,9; 12,11; 20,4).

No podemos tener miedo, a quien?, porque la Iglesia (la iglesia somos todos los bautizados) a veces tiene miedo o vergüenza del que dirán los de este mundo, cuando deben realmente preocuparse del que dirá Jesús. Hacen reuniones a cada rato para ver que es lo que pasa, porque no salen las cosas bien, porque Europa se descristianiza, porque América no es como se pensaba que iba a ser, solo debe tener Fe en lo que Dios nos a enseñado, y no tener miedo, y mucho menos vergüenza, la Doctrina es Santa, de nada sirve tanta belleza, rito, glamour y protocolo, de nada sirve las relaciones políticas, si en lo que a los mandatos evangélicos se refiere no los cumplimos. La solución siempre la hemos tenido, miles de Santos la han hecho valer, y por eso cambiaron la vida de miles de personas, y ningún santo se puso en cosas exteriores, desde San Benito de Nursia, San Francisco de Asís, Santa Teresa de Jesús, San Pió de Pietrelcina, y la enorme cantidad de ejemplos, porque es que no aprendemos, o le damos un cambio a la forma de actuar de hoy, o mejor nos preparamos al derrumbe, y otras vez por la culpa de la desobediencia del hombre.


Como es posible que algunos lideres de la Iglesia, manifiesta que el diablo es un símbolo, que las enfermedades de la Biblia era símbolos, que la Biblia es mas palabra de hombre que de Dios, que lo importante es este mundo, por lo tanto hay que luchar contra los ricos, que lo espiritual es perdida de tiempo, cuando en la Biblia no dice en ninguna parte que aquí en la tierra se va ha cambiar todo, que vamos a establecer en la Tierra la paz, y saber cuantas utopías más, el mandato misionero es para convertir, para preparar a la gente para la vida Eterna, para que los humanos que escuchen, acojan y crean recuperen la condición de Hijos de Dios por medio de Jesucristo, y se salven, para la resurrección y ganar la vida eterna junto a Jesús con nuestro Padre del Cielo.


Ciertamente en esa conversión, tenemos por añadiría que la gente se fraternice, y busque el bien social, pero esto es lógico, una persona que ame a Cristo, amara a su Prójimo, y vivirá en paz y será amigo, y colaborador de sus hermanos, y tendrá que tener paciencia con aquellos que no acepten el plan de salvación. A la vez que se preocupara por que la vida en este planeta se pueda heredar a las siguientes generaciones, ya que estas también tienen los mismos derechos que nosotros, por lo tanto la protección a la creación, es obligación nuestra y más bien debe ser contemplación de la mano creadora y de la inteligencia de nuestro Padre del cielo. Esta tierra es un peregrinar, no el fin propio, aquí debemos prepararnos, educarnos y ganar gracias, para poder alcanzar las promesas eternas de nuestro Señor Jesucristo, por lo que en esta vida la misión es lo primordial, esta generara la comunión, pero de antemano saber que no todos aceptaran la puerta angosta, pero por eso mismo hay que luchar por la verdad y mucho ejemplo y fe en esta Verdad de verdades, es que muchos más quedarán pasar por la puerta estrecha y cargar con la Cruz de Cristo.

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